jueves, 18 de abril de 2013

¿What the fuck?


De todas formas, ¿qué es ser normal?. Es hacer lo que hacen los demás, es ser igual a los demás, es comportarte del mismo modo de los que te rodean. Pues si ser normal es copiar a los demás y fingir ser quién no soy, entonces no quiero ser normal. Ser normal es absurdo, porque, ¿quién es normal?. Todos tenemos algo que nos distingue de los demás, todos tenemos cosas raras y no somos normales, aceptémoslo, la normalidad no existe. Además, ¿qué sería de un mundo en el que todos fuésemos iguales? Pues que no habría sorpresas, no habría alegría, sabríamos que haría el otro porque sería como nosotros. 
Es mejor que cada uno sea diferente, que nos sorprendan con algo nuevo cada día y que siempre haya algo que no sepas de otra persona. 
¿Sabes lo que no es normal, quieres que te diga lo que no es normal? No es normal pensar que hacer el amor es pecado, no es normal pensar que Dios no quiere a las lesbianas ni a los homosexuales. No es normal que la iglesia oculte abusos de niños ni que los sacerdotes no se puedan casar. No es normal la riqueza del Vaticano, ni los anillos ni el oro ni el dinero tirado en campañas de publicidad, ni todo ese cuadro absurdo, mientras 30 millones de personas se contagian de sida en África por no usar preservativo. Dios nos hizo con dos brazos y con dos piernas, también no hizo con la capacidad de amarnos, de querernos, de tocarnos, de sentir con la yema de los dedos un pecho acelerado por la excitación y eso no puede ser pecado. Porque amar es entender también el rechazo, entender que te van a hacer daño, que vas a sufrir, vas a llorar, y es entender que las cosas son muy distintas al sacramento del matrimonio: hoy te casas y vives feliz para toda la vida; falso, es falso, por mucho que vayan proclamándolo, creo que  no saben lo que es el amor, porque si algo he aprendido en estos años es que si apretar un cuerpo hasta convertirse en uno, si eso es pecado, yo soy pecador.







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