miércoles, 22 de agosto de 2012

Aveces .. Sin esperarlo, hay veces que nos vienen todos los problemas de golpe, y no sabemos como hacerles frente.

Se supone que se trata de eso ¿no? De que todo en la vida es rutina, y en esa rutina diaria es en la que cada uno decide su camino. Y eso significa equivocarse, significa caer y significa el esfuerzo de levantarse. Significa darnos cuenta de nuestros errores, darnos cuenta de que toda acción trae consecuencias. Significa echar de menos cosas que ya no tenemos, significa querer volver atrás para arreglar asuntos pendientes, significa arrepentimientos por cosas que hicimos, pero sobre todo por las que no hicimos. Significa querer cambiar, significa odiar esa rutina llena de tantas cosas negativas, significa querer irse lejos. Significa no haber luchado, significa que otras personas te decepcionen, significa que tú te decepciones a ti misma.

Tengo el vicio de hacer todo de golpe, de que me de igual lo que pase luego. El vicio de reírme sola como una loca mientras recuerdo tonterías. El de caminar sonriendo, sobre todo después de ver a alguien especial. El vicio de no parar hasta caerme, o hasta que consigan pararme. De escuchar la misma canción muchas veces, hasta odiarla. El vicio de hacer lo posible para sentirme mejor. El vicio de gastarme el dinero en cosas no productivas. El de no sentirme mal cuando estoy triste, sino el de disfrutar un poco de la tristeza. El vicio de soplar al aire cuando hace frío. El de dormir y soñar rarezas, soy capaz de inventar otro mundo. El vicio de fallar en cosas fáciles y acertar las difíciles, una y otra vez. De sentarme atrás en el coche y pensar en nada. Tengo el vicio de salir a la calle y mirar todo de una manera rara, de hacer encuadres como si fuera a fotografiarlo todo. Tengo el vicio de siempre creer que no me van a fallar. 

No tengo moral. Sé manejarme perfectamente en situaciones escandalosas. Supe mostrar mi mejor cara habiendo hecho cosas cuestionables. Tengo la sonrisa fácil, el cinismo sale por mis poros. ¿Cuál es el límite? Me lo pregunté muchas veces. Y ahí está el problema. El límite está en mi control. Puedo soportar cualquier circunstancia, mientras sea quien la domine. Nada puede salir de mi control, porque la moral empieza a picar. Nada puede escapar al modelo de mi mente, porque la culpa aparece, sin piedad. Siendo capaz de mentir con una sonrisa, de manipular disimuladamente para poner cara de asombro cuando todo explote; mi límite es lo ajeno. Es esa delicada línea que me separa del resto del mundo.

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